Desde que tomé tus ambas manos mi queridísimo y gran amor, para serenarte y darte tanto mis mil fuerzas como el gran apoyo de los profesionales de aquella sala de parto; para que nuestro primogénito hijo, hijo de un gran fruto de este amor que ambos aún lo seguiremos teniendo por mucho años más.
Solamente te digo que te amo, te quiero y sin tus labios ni mucho menos tus ojos color avellanas, no me hubiera enamorado de un gran ser humano y de una gran persona como eres tú mi dulce primavera y reina de mis mil latidos, junto con los tuyos y de nuestro pequeño retoño que se llamará Hernán Benjamín.
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