martes, 22 de noviembre de 2016

Primer microrrelato: Como dos extraños de amar.

¡Permiso! ¡Buenos días, buenas tardes o noches a todos!  ¿Cómo están?

¡Bienvenidos, a nuestro primer microrrelato!

Queremos compartir y presentarles desde la ciudad de Córdoba Capital, Argentina, para cada uno de ustedes: Este primer microrrelato que escribí y se titula: "Como dos extraños de amar". 

Primer microrrelato: Como dos extraños de amar.

Autor: Nico Estevelle.

Fecha de creación: 02/11/2016.

Un día, el ave murmulló al lado de mis oídos, mientras yo caminaba recorriendo un sendero en plena tormenta. Sin observar, una raíz que sobresalía de aquél árbol, produjo que las ramas pardo-rojizas del almendro, me trazaran unas suaves líneas nocturnas de bienvenida sobre mi rostro.
El muchacho, de aspecto sobrio y cortés, se dirigió a millas de una cabaña particular, que se encontraba ubicada encima del monte. Durante el transcurso, él observaba con dificultad, en medio de la tempestad; un listón verde, tirado sobre la tierra húmeda. Lo alza con delicadeza. Se lo ata en su muñeca izquierda, para devolvérselo hacia la señora o dama; que lo hubiese perdido.

A más tardar, y mediante por los estruendosos truenos, que en cierto modo; me daban sobrecogimiento, decidí contra viento y marea... continuar la meta. En esos instantes, cuando di otro paso más adelante, elevé la vista con atención y retrocedí unos pasos hacia atrás, dejando que el nogal de unos treinta metros de altura; cayera sobre uno de los principales caminos del pueblo.

― Hay aspectos de esta noche, que nos hace reflexionar ―Inició Diorella, quien se encontraba apoyando su espalda contra la corteza de uno de los árboles y esbozando una sonrisa tímida. Luego agregó con más sabiduría. ― Como una meta no es un logro; sin que uno traspase los obstáculos que tenga día a día―Sentenció firme ella.

― Es verdad―Contestó serio Félix. Al instante, él le pregunta mirándola a la joven francamente:― ¿Por qué vienes hasta aquí?


― Para llevarte, hacia tu destino―Respondió con una sonrisa pícara la dama, al aproximarse hacia él para tomarle su mano derecha y envolverlo, en su manto blancuzco de seda muy larguísimo.

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