Recuerdos del colegio primario: año 2006

¡Buenos días, buenas tardes o noches, queridos chicos!, ¡Hola, chicos!, ¿Cómo están?, Quiero compartir junto con todos ustedes, la primer anécdota del colegio primario, al cual asistíamos junto con mis queridos, grandes y estimados compañeros al instituto educativo primario Manuel Belgrano.

Era jueves 17 de agosto del año 2006 y se celebraba en ese mismo año, el nuevo aniversario del fallecimiento del general José de San Martín y para conmemorarlo en ese fecha patria, tanto las maestras y profesores, como en sí también, los papás de cada uno de los alumnos y los jóvenes estudiantes, hacían un nuevo acto para conmemorarlo.

Eran las tres y media de la tarde en aquel colegio, mientras que cada uno de los papás y mamas ajustaban los últimos detalles de los trajes a sus hijos; las maestras hacían una prueba de sonido para saber como se encontraba el micrófono, para que algunos de los otros alumnos de otro curso, pudieran dedicarles unas palabras al gobernador intendente de cuyo.

―Pro... Probando, ¡Hola!, Uno, dos y tres... Bien, bien... ¡Chicos!, ¡Chicos, por favor! en minutos nomas, daremos por comienzo el acto en conmemoración a la fecha del nuevo aniversario de fallecimiento del general José de San Martín. Por favor, los papás y las mamas que estén ayudando a los alumnos, quédense a lado de las vigas, para evitar acercarse hacia las representaciones de los alumnos. Desde ya, ¡Muchas gracias por su colaboración!―Dijo una de las maestras, quien sostenía el micrófono con una suave sonrisa entre su bello rostro.

―¡A ver, Nico!, déjame que te ponga un poquito más de cinta adhesiva scotch en la cintura para que no se te caiga, el escudo hijo ¿sí?―Preguntó con un tono de voz cálida, mientras que tanto ella como la mamá de otro compañero mío, estaba ajustando los últimos detalles de los disfraces hechos especialmente por cada una de ellas.

―Sí, sí, mamá.

Una vez que tanto mi mamá, como la mamá de Marcelo habían finalizado de habernos puesto un poco de cinta adhesiva en cada uno de nuestros trajes patrióticos, enseguida, nuestros demás compañeros, como así también, las maestras fueran diciéndonos a cada uno de nuestros compañeros en donde ubicarse y cuando debíamos salir a escena.

―¡Dame un beso!.

Rápidamente en esos precisos minutos que me aproximaban para que saliera a conmemorar ese día especial para todos, me dirigí corriendo hacia una de sus mejillas para darle el beso que ella me pedía y luego junto con mi compañero, que cuando nos estaba por tocar el turno de ingresar al escenario.

―¡Chau, mamá!.

―¡Chau hijo, suerte!.

¡Muy bien!, Ahora continuaremos el acto, con el combate de San Lorenzo de nuestro general y junto acompañado con su tropa pudieran detener los ataques con que los realistas de Montevideo arrasaban las costas del Río Paraná, principal afluente del Río de la Plata y vía de comunicación estratégica para la región. En esta ocasión, los alumnos de sexto grado b, quienes representarán a los soldados del general serán Marcelo Fontieu, Nicolás Estevelle, junto con los otros chicos del sexto grado c.

En medio del combate, cuando quedaba un compañero de la otra aula y yo, de repente cuando a mí el otro alumno del curso me mata con una espada de madera, de a poco y casi exagerando, iba cayéndome mientras que sostenía mi mano derecha sobre la zona de la herida, en la cual sería mi último aliento y día que estaría aquí, en esta tierra.

Cuando todos habíamos fallecido en la representación, todos los padres, sentados en las sillas de plásticos, mientras que algunos que se encontraban parados, ovacionaron casi toda la sala con silbidos y aplausos, mientras que cada uno de mis compañeros y nuestros otros amigos del otro curso, empezaron a levantarse del suelo, mientras que cada uno de los alumnos, como las maestras y personal de limpieza, aplaudían fervientemente el acto que habíamos interpretado, cada uno de los alumnos del colegio.