lunes, 21 de abril de 2014

¡Buenas tardes, querido tío Patín!

¡Buenos días, buenas tardes o noches, queridos chicos y queridas chicas! ¡Hola, chicos y chicas! ¿Cómo están? Queremos compartir junto con todos ustedes una anécdota que tuvimos tanto con mi familia como así también; con mi primo Brian.

Era un día caluroso e intolerable de verano. una suave brisa que de pronto sin saber de donde había aparecido, repentinamente con sus pequeñas y serenas brisas comenzaron a soplarle en la cara tanto a mis padres como a mí para que esos ardientes y sofocantes infiernos diurnos desapareciera por unos momentos.

— Querida, ¿vamos a la casa del tío patín para visitarlo y para charlar un rato con él?—Fisgoneó curioso mi padre, observándola de reojo a mi mamá, para que ella le diera algún tipo de respuesta hacia su pregunta

— Bueno, José Luis, bueno. Pero primero ve a buscar a los niños al río y avísales que vengan hacia el automóvil par ir a visitarlo al tío patín— Contestó con un tono de voz de austera mientras que ella tapándose a medias con su mano derecha del fuerte calor que hacía esa tarde de tres de enero, observaba de reojo cada diez minutos como su esposo caminando serenamente se dirigía sin ningún tipo de apuro, hacia donde están los jóvenes niños en los fuertes torrentes repletos tanto de adultos como en sí también de niños chapoteando, gritando y nadando sin parar de una orilla hacia la otra.

El silencioso pero muy tumulto lugar era el sitio ideal con unas innumerables sombras de los árboles que abarcaban desde los infinitos e inmensas entrada de pavimento de los arroyos, hasta en los últimos caminos de tierra, para descansar o para distraerse por un rato de las interminables y repletas carpetas del trabajo o de los estudios del colegio para los exámenes previos de los meses de febrero o de julio.

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